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GOLES A...
LOS INGLESES
La historia de Maradona es circular, cíclica. Y por eso
fantástica.
Es posible encontrar en ella guiños y señales que
lo explican todo. O buena parte.
En su inolvidable Epoca Cebollita, Diego hizo dos goles que bien
pudieron ser el molde de los que, muchos años después,
les convertiría en un único partido a los ingleses,
durante el Mundial de México ’86.
Aunque parezca mentira ya había realizado algo parecido
a esa proeza que está considerado el mejor gol de la historia
de los mundiales. Fue en 1973, en una final contra River. Diego
gambeteó a siete jugadores y definió.
Y lo màs curioso es que también hizo uno como el
otro, el de La Mano de Dios. Fue en el Parque Saavedra, los contrarios
lo vieron, el referí no y se armó un lío bárbaro.
Al fin, fue gol.
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QUE SE QUEDE
La fama de Los Cebollitas creció con sus triunfos y con
su magia. Y la Maradona, igual. Al punto que fue invitado por Pipo
Mancera, conductor del programa más visto de la televisión
argentina en aquellos tiempos, principios de los setenta. Diego
trepó a las inferiores de Argentinos Juniors y su debut en
la novena división tuvo como premio el primer título,
la primera vuelta olímpica. Obviamente, su nombre no sólo
era llamativo para los medios. Allí estaba los otros clubes,
más grandes. A través de su presidente, William Kent,
River hizo conocer su interés. El dirigente encaró
a don Diego y le pidió que le pusiera precio al pase de su
hijo, que lo quería comprar. La respuesta del querido Chitoro
está en la historia grande de Maradona: "No, no, gracias,
Dieguito está muy feliz de jugar en Argentinos".
Dieguito estaba felìz, por ejemplo, de divertirse con las
redonditas pelotas Pintier en el entretiempo de los partidos de
primera. Había sido una idea de Cornejo: le tiró una
pelota, Diego se puso a hacer
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jueguito y la gente ya
no tuvo atención para otra cosa. Cuando volvieron los equipos
de primera, para reanudar el partido, bajó la ovación:
"¡Que se quede / Que se quede!". Fue la primera
ovación que recibió Maradona en su vida, el antecedente
del clásico "¡Maradóóó, Maradóóó!".
Por aquellos tiempos ya andaba cerca del grupo Jorge Cyterszpiler.
El hermano del Gordo o el Ruso, que así lo llamaban, había
sido una gran promesa de Argentinos Juniors. Pero una enfermedad
había acabado con esa ilusión y también con
su vida. Cyterszpiler no había vuelto a pisar el club hasta
que le contaron de un tal Maradona. Entonces volvió. Y no
se separó más de aquel grupo, fue el hermano mayor
de todos.
Muchas veces Diego comió y durmió en su casa. Compartió
con él los sueños que ya estaban más cerca
de hacerse realidad. Como aquella vez que casi, casi debuta en primera.
Fue el 14 de agosto de 1975. Una huelga de futbolistas dejó
sin profesionales a la primera división.
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Argentinos tenía que jugar contra
River, en la cancha de Vélez. Francis, que no quería
que lo apuraran contra los grandotes, le pidió al técnico,
que era Francisco Campana, que lo pusiera, porque jugaban pibes
contra otros pibes... No pudo ser, se quedó con las ganas.
Pero no faltaba mucho, apenas un año. Argentinos Jr.
Debutó en Primera División el 20 de octubre de 1976
contra Talleres de Córdoba, en la vieja cancha de Boyacá
y García, La Paternal. Le faltaban diez días para
cumplir 16 años. El entrenador, Juan Carlos Montes, lo mandó
a la cancha: "Vaya, Diego, y haga lo que sabe". Y él
hizo. Para empezar, un caño al primer rival que se le cruzó
en la primera pelota que tocó. Perdieron 1 a 0, pero él
ganó.
Jugó con esa camiseta hasta 1980. Fueron 166 partidos con
111 goles. Fue la primera batalla de una guerra permanente: engrandecer
a los humildes.
Boca
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